VUELVA USTED MAÑANA
Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza.
Nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más
serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en
largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado,
por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la
historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos
solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del
cielo a más de un cristiano.
Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se
presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte,
han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica; de
éstos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos,
francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos, o que son aún
las tribus nómadas del otro lado del Atlante: en el primer caso vienen
imaginando que nuestro carácter se conserva tan intacto como [nuestras
ruinas] nuestra ruina; en el segundo vienen temblando por esos caminos, y
preguntan si son los ladrones que los han de despojar los individuos de
algún cuerpo de guardia establecido precisamente para defenderlos de los
azares de un camino, comunes a todos los países.
Verdad es que nuestro país no es de aquellos que se conocen a primera ni a
segunda vista, y si no temiéramos que nos llamasen atrevidos, lo
[comparáramos]