EL LAZO
Alfonso X, el Sabio, además de ser un gran estadista castellano, era conocido por todos por su amplia cultura y , sobre todo, gran discreción. Era un rey muy particular pues le costó encontrar una mujer que le satisficiera, ninguna le parecía lo suficientemente buena para él. Entre candidatas y rechazos, el monarca tenía sus amoríos secretos.
Cuentan las leyendas que Alfonso se enamoró de una bellísima joven, a la que visitaba todas las noches en su casa; la casa de la joven estaba situada cerca del Alcázar real, por lo que muchos vecinos ya conocían su secreto. La joven era María Dalanda, que presumía de una bonita cabellera rubia. El rey le regaló un lazo para su preciosa melena, un lazo de seda roja que lucía en todas sus citas con el monarca. Pero una noche, la joven no llevaba el lazo en el pelo y el rey salió preocupado de la casa. Al día siguiente, mandó a uno de sus espías a vigilar la casa de su amante.
En poco tiempo, un hombre de confianza del rey le informó de que María tenía una relación con otro joven. Decían en los mentideros que era realmente a quien amaba la joven, y que le veían entrar todos los días y hasta la mañana siguiente no se le veía salir de la casa.
El rey Alfonso lleno de ira, dio instrucciones a sus hombres de confianza. A los tres días, un joven caballero se hallaba muerto cerca de la casa de María Dalanda. Al lado del cadáver estaba el mismo lazo que meses antes había regalado el monarca a la dama, cubierto ahora de sangre.
La calle donde vivía María se llamó desde entonces la calle del lazo.
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